sábado, 20 de marzo de 2010


Vicente tiene los ojos bonitos y mucha energía para venderme un par de medias, me ofrece cuatro pares y me pide que elija animándome a la compra mencionando que todas cuestan igual mientras me dice que se irá a Ayacucho en una semana que la profesora Nancy es más buena y que hizo la tarea de números hace tres horas. El auto es reparado por su padre y la esperanza de llegar ese mismo día a casa vuelve a llenarnos el rostro de alegría. Vicente sonríe y desea jugar con la puerta del auto muchas veces subir y bajar, conoce todas las llaves le ganaría a un estudiante de mecánica de I Ciclo (tal vez). Una tarde esperanzadora y larga que termina con una taza de café cargado para vencer la neblina.

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